domingo, 13 de julio de 2008

Sin regreso a la cordura

Cada día que pasa vamos perdiendo la esperanza de que exista una reflexión de parte de quienes gobiernan este país y mediante un golpe de timón, tomemos el rumbo hacia la cordura. Sin embargo, pareciera que una consigna: No hay marcha atrás. Así que seguimos hacia el despeñadero de manera irremediable.

En cada intervención el Titular del Ejecutivo se encarga de destrozar cualquier ilusión de que el Gobierno se dedique a buscar incesantemente el bienestar de los nicaragüenses. No hay ningún indici de recuperar la razón.

Después de la acusación de la Fiscalía de los 39 ciudadanos por el caso de los CENIS, en donde como dice La Prensa, olímpicamente se dejó fuera a Samuel Santos, siendo que tendría màs mèritos para estar en el banquillo de los acusado, pero que por alguna afinidad o consanguinidad, quién lo sabe, parece ser inmune, viene el caso, muy a propósito de la Delegación de Nicaragua a los Juegos Olímpicos de Beijing. El Titular tuvo la brillante idea de enviar como abanderado a Alexis Argüello, el otrora tricampeón de boxeo, haciendo al lado completamente el concepto de deporte amateur y el decoro que debe guardar la representación del país, como si los miles a los Juegos Olímpicos fueran a votar en las elecciones municipales.

Luego el Titular reanuda su imitación de Marco Polo y emprende un nuevo viaje al exterior, a ver ahora en qué aeronave se trasladará hasta Ecuador en donde consolará a Correa del dolor del alma por las declaraciones de Ingrid Betancourt sobre el caso del golpe del Ejército Colombiano a las FARC en la frontera entre Ecuador y Colombia.

Y así vamos, de desacierto en desacierto. Hasta la fecha no ha existido ningún acto de Gobierno que nos aparte los colores políticos y nos haga ponernos de pie y aplaudir. Ni uno.

Pareciera que en nuestro camino está presente de manera perenne aquella inscripción que había en la entrada del infierno de Dante: Abandonad toda esperanza.

A menos que el pueblo nicaragüense se ponga las pilas y no siga esperando al Señor que le diga: Levántate y anda.





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