miércoles, 12 de agosto de 2009

Aminta, Aminta, aquí Houston

Otra vez la Comisionada Aminta Granera se encuentra perdida en algún lugar del cosmos. Después de los bochornosos hechos de la Catedral de Managua en donde la Policía Nacional de la manera más descarada fungió como grupo de apoyo a las huestes de pandilleros rojinegros que tienen la consigna de sembrar el terror ante cualquier intento de la población civil de manifestarse públicamente, la responsable de la actuación de ese cuerpo policial ha vuelto a hacerse la perdidiza.

La Comisionada tiene la vana esperanza de que el pueblo nicaragüense entienda que el orteguismo la tiene con las manos atadas y que su posición debe ser contemplativa, sin embargo, lo que se espera de un Jefe de la Policía Nacional, es valor, coraje, determinación, entereza y en especial, lealtad, no al remedo de Presidente que tenemos, sino al pueblo de Nicaragua.

Ahora más que nunca la renuncia de Aminta Granera es más que pertinente, necesaria. La Comisionada debe tomar distancia de forma inmediata de todo el atropello que se está cometiendo contra el estado de derecho en este país, para que la historia no la vaya a tachar de cómplice de todas las atrocidades que comete el orteguismo.
Recuerde, Sra. Comisionada, que si alguna vez usted lucho en contra de la dictadura somocista, en esta ocasión no se espera menos de usted, pues ni la edad ni las circunstancias son pretexto para hacer sus valores a un lado, ni por una pensión, mucho menos ante una amenaza.



sábado, 8 de agosto de 2009

El ojo de la aguja

Cuando Jesús le dijo a sus apóstoles que difícilmente entraría un rico en el Reino de los Cielos y que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja, se refería a que no es posible alcanzar la santidad si el ser humano se encuentra obstinado en amasar fortunas, porque la mayoría de esas fortunas proceden del pecado. Qué hubiera dicho el humilde carpintero de Nazareth si hubiese tenido a la mano los expedientes de la cúpula sandinista, que basta rascar un poquito para que empiece a brotar la danza de los millones.

Lo que todos los nicaragüenses se habían imaginado, que una serie de aventureros, al mejor estilo de Harold Robins, se adueñaron de Nicaragua y se han apoderado de la poca riqueza que genera para aumentar astronómicamente sus capitales, es ahora una certeza, al observarse en los periódicos nicaragüenses, las evidencias irrefutables de la ofensiva riqueza de los aspirantes a aparecer en Forbes. Algunos de ellos que antes de los ochenta comían salteado y se movilizaban en la ruta 100, ahora viajan en autos de lujo, beben exquisitos licores y comen los más refinados manjares, sin mencionar las mansiones que poco a poco van apareciendo a la luz pública.

Los únicos argumentos que esgrimen, si es que llegan a hacerlo, es que se trata de un complot de la derecha oligarca, que trata de desvirtuar el proyecto del socialismo del siglo XXI, que acertadamente promueve el líder bolivariano y aspirante a dictador eterno, el otrora golpista General Hugo Chávez. Nunca van a presentar una declaración de probidad y las marionetas de la Contraloría General de la República, jamás van a iniciar una investigación de enriquecimiento inexplicable.

Cuentan que allá al inicio de los ochenta, el Comandante Tomás Borge llevó a su madre a conocer su casa, piñateada desde luego y adornada de manera exquisitamente Kitsch, y la humilde señora, anonadada del boato, le preguntó: Pero hijito, no tenés miedo que te lo quiten esos hijueputas sandinistas. Treinta años después, nos atrevemos a preguntar al igual que la progenitora del Comandante, si estos nuevos oligarcas, no tendrán miedo de que algún día, los pobres de Nicaragua se cansen de las atrocidades cometidas por estos seudo revolucionarios y al igual que ellos quitaron a Somoza, quien ahora a la par de ellos se muestra como un querubín y se organicen para bajarlos violentamente.

No les saldría acaso más barato dejar el poder y dedicarse a disfrutar de su dinero y dejar que Nicaragua, por alguna vez en la vida pueda encontrar un gobierno justo y honesto.