domingo, 7 de diciembre de 2008

Y ahora, ¿quién podrá defenderlos?




Los asesores del Titular del Ejecutivo y su misma esposa Rosario Murillo deben de estar exprimiéndose el cerebelo, casi al punto de un colapso o de una embolia, para tratar de justificar la negativa del Gobierno de Reconciliación para que el diario El País de España publicara la obra del poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, sólo porque el prólogo de la edición estaba a cargo del escritor también nicaragüense Sergio Ramírez Mercado. Después de la negativa del Instituto Nicaragüense de Cultura para que la edición de la obra de Martínez Rivas se publicara con el prólogo de Ramírez Mercado, el Diario El País decidió suspender dicha publicación y sustituirla con la obra de una poetisa uruguaya.

La decisión de las autoridades del diario El País de no publicar la obra del poeta nicaragüense fue acompañada por la declaración del rotativo de que consideraba inaceptable el veto a Sergio Ramírez, considerándolo como una censura y un atentado a la integridad de la cultura.

Coincidió esta decisión con la reunión de varios escritores internacionales en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara y su reacción no se hizo esperar. Los escritores consideraron la posición del INC como un acto de censura oficial del gobierno nicaragüense. Entre estos escritores se encuentran nada más y nada menos que el Premio Nobel Gabriel García Márquez, el laureado escritor mexicano Carlos Fuentes, así como los no menos célebres Fernando Savater, Carlos Monsivais, Luisa Valenzuela, Gonzalo Celorio, Julio Ortega y Margot Glantz.

Dentro del pronunciamiento de estos intelectuales expresaron: “Denunciamos este inaudito acto de censura oficial al escritor Sergio Ramírez, que de paso lo es a la obra de Carlos Martínez Rivas, y lo condenamos con toda energía. Ningún gobierno puede arrogarse la potestad de vetar o prohibir la palabra de un escritor, y un acto semejante no puede calificarse sino de totalitario”.

El gran problema de Rosario Murillo y sus eruditos en comunicación es en primer lugar que los escritores que se pronunciaron no tienen por donde agarrarse para tildarlos de agentes del imperialismo yanqui. Tampoco hay forma de acusar al El País de prestarse para los oscuros intereses de la oligarquía internacional para desestabilizar al gobierno de Reconciliación Nacional. A nivel internacional nadie va a creer ningún argumento que descalifique a Sergio Ramírez para realizar un prólogo.

Algunos analistas políticos coinciden en que todo los esfuerzos de la pareja presidencial para que su gobierno se apodere de la festividad de La Gritería, es con el fin de que la Inmaculada Concepción de María les haga el milagro de salir de este atolladero, de lo contrario tendrán que embuzonarse hasta Navidad.






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