sábado, 28 de junio de 2008

Volverán las oscuras golondrinas




Daniel Ortega esperó 16 largos años para volver al poder. Con una paciencia digna de Job y con una persistencia como la de David, luchó día a día para regresar como Presidente de Nicaragua, sin importarle las tres derrotas seguidas que le propinó el pueblo, como una factura a su desastrosa administración durante los años ochenta.

Durante todos esos años que pasó rumiando sus ilusiones, había una que parecía sobresalir y que lo hacía añorar más que nada el poder y era un pueblo con la cabeza agachada y gritando al unísono: ¡Dirección Nacional Ordene!

Cuando Arnoldo Alemán le sirvió la mesa para volver al poder, seguía manteniendo esa ilusión de la sumisión, más ahora que la Dirección Nacional sólo sería él y su compañera Rosario Murillo en un binomio perfecto, más aún que el Dúo Dinámico. Pero oh desilusión, aquel pueblo que fácilmente bajaba la cabeza, parecía ahora hacer sido contaminado por el imperialismo internacional durante los años del cruel neoliberalismo.

Después de una breve luna de miel con algunos sectores de la sociedad, en donde recibío el beneficio de la duda, el pueblo empezó a resentir su sempiterno estilo de gobernar y como el terrible Hulk empezó a ponerse verde y empezaron a llover las críticas. No sólo el periodismo afiló su pluma para hacerle ver a la pareja presidencial que no toleraría ningún intento de entronizarse en el podr, sino que la sociedad civil, poco a poco fue encontrando espacios para manifestarse en contra de los desmanes del Gobierno de "Reconciliación y Unidad"

El viernes pasado una parte de la sociedad civil demostró a Daniel Ortega y su pareja que aquel miedo, por no decir terror de los años ochenta ya no existía más. Salió sin miedo a manifestarse por las principales calles de la capital expresando su repudio al estilo de gobernar de Ortega, a la inconstitucional actuación de su compañera Rosario Murillo y al desastroso manejo de la cosa pública que está haciendo el Frente Sandinista, rebasando con sus actos toda la corrupta actuación que pudieron mostrar los gobiernos anteriores, incluso se le ha llevado más atrás a compararlo con su archi enemigo Anastasio Somoza. Ortega y Somoza son una misma cosa, coreaba la enardecida multitud.

Dios Guarde en los ochenta, por mucho menos hubieran sido declarados contrarevolucionarios y encarcelados con una condena de treinta años, si es que no los hacían desaparecer.

Y así como los seputagenarios sueñan con el vigor de los veinte años, Daniel Ortega sigue soñando en regresar a los ochenta, tener otra vez aquel atemorizado pueblo que se inclinaba ante los enormes rótulos con su excelsa imagen, ahora hasta se atreven a ensuciarla y escribir consignas en contra de su gobierno.

Para quitarse el amargo sabor de boca de la manifestación del viernes, Ortega se fue para México a despotricar en contra del biodiesel y de Lula da Silva.

Cuánta razón tenía Becquer cuando advertía:

Esas, no volverán









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