lunes, 28 de abril de 2008

Transparencia cero

Cualquier gobierno, en cualquier lugar del mundo, se empeña en ofrecer a la opinión pública una imagen de transparencia, aunque sea de los dientes para afuera. La honestidad es uno de los valores fundamentales de cualquier sociedad y la rendición de cuentas es un ejercicio que forma parte de la función pública. No importa si se trata de un gobierno democrático o centralista, nadie puede apartarse de la obligación de informar a la sociedad sobre el uso de los bienes propiedad de la nación.

En sus más recientes declaraciones, el presidente Daniel Ortega ha expresado que son enemigos del pueblo aquellos que se atreven a pedir cuentas sobre los millonarios fondos provenientes de la supuesta ayuda venezolana al pueblo nicaragüense. Esta ayuda, está canalizada a través de un esquema más secreto que el Proyecto Manhattan y fue diseñada precisamente para borrar cualquier huella del trayecto que siguen estos fondos. Han sido innumerables los sectores de la sociedad que han demandado transparencia en el uso de dichos fondos, pues de cualquier forma afectan al presupuesto nacional, aunque se manejen fuera de su esquema regulatorio.

Ahora resulta que Ortega está en contra de la transparencia en el uso de los fondos del Estado y no sólo eso, sino que quiere condenar a quien se atreva a cuestionar sus aspiraciones dictatoriales, en una actitud que ni Anastasio Somoza Debayle tuvo en su época de mayor poder.

Como ejercicio para un aprendiz de dictador tal vez tendría sentido esta actitud de Ortega, sin embargo, para alguien que ganó con tan sólo un 37% del voto popular no cabe semejante descaro.

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