jueves, 2 de julio de 2009

Tiró la toalla el tricampeón

El tricampeón no tuvo opción. Tenía que renunciar y dejar que la maquinaria del oficialismo se encargara de manejar los más absurdos argumentos para manejarla la situación. Ya no les era útil. Argüello buscó con otra salida y con ello borrar todo un absurdo pasado político, para que emergiera radiante su carrera boxística. Para Nicaragua y el mundo, el tricampeón pasaría a la gloria por su brillante desempeño en el ring.

No contento el orteguismo con haberlo utilizado de la manera más ruin, todavía se apropia de su cadáver para hacer proselitismo político. Lo tomó como una sucia bandera rojinegra y a paso de carnaval recorrió con sus restos mortales toda la ciudad y preparó varios días de exposición para seguir redituando su muerte.

El orteguismo necesitaba una cortina de humo en estos precisos momentos en que la opinión pública internacional resalta su descaro al querer erigirse como paladín de la democracia ante el golpe en Honduras y mientras sigue al pie de la letra las instrucciones que le dejara su amo Hugo Chávez. Triste historia.

Mientras el pueblo de Nicaragua y el mundo entero llora su muerte y desea que descanse, al fin, en paz; el tricampeón tal vez no lo haga pensando que pudo haber invitado a su inmolación a unos cuatro indeseables más y entonces de la gran figura deportiva hubiera saltado a los altares.


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