viernes, 15 de mayo de 2009

La Simonía del Cardenal

Después del sonado caso del hacker de lujo, cae en las escena política nicaragüense el caso de la simonía del Cardenal Miguel Obando y Bravo. Ahora resulta que el Contralor de la República, Dr. Guillermo Argüello Poessy, como quien dice la autoridad nacional investido para decir quién es o no corrupto en este país, al menos teóricamente, afirma besando sus dedos haciendo una cruz, que por esa, él escuchó cuando el purpurado le propuso echarle un bautizo ultra especial al hijo de Arnoldo Alemán, a cambio de la reelección de Roberto Rivas Reyes, como magistrado del Consejo Supremo Electoral.
Inmediatamente, los dos implicados en el pecado de simonía, de acuerdo al Derecho Canónico, cuando se trafica con los santos sacramentos, salieron a gritar que no es cierto. Más de babosos si lo admiten. Muy inteligentemente, al contrario de Orlando Núñez que se embuzonó por diez días antes de salir a declarar que él no había escrito el documento hackeado al ciberespacio, tanto Arnoldo Alemán como el Cardenal Obando y Bravo negaron categóricamente el hecho, sin embargo, no negaron ni que el príncipe de la Iglesia hubiese bautizado de manera especial al hijo de Alemán, ni este último que influyó para que reeligieran a Roberto Rivas Reyes como magistrado. La negación abarca pues, el expreso cambalache que se alega.
El magistrado Rivas por su parte, aprovecha la ocasión para según él callarle la boca al Contralor Argüello Poessy, al presentar copia del “recibido” de su declaración patrimonial ante la Contraloría General de la República, dejándolo como mentiroso al haber asegurado Argüello Poessy que nunca había realizado tal declaración. Entonces, con base en este resbalón del Contralor, el magistrado Rivas, realiza un intrincado ejercicio de lógica aristotélica para afirmar entonces que la simonía que se le achaca al Cardenal, también es mentira.
Hay que resaltar que en ningún momento el magistrado Rivas le mostró al pueblo nicaragüense el contenido de su declaración, la cual según él es “privada”. Empero, como dicen, el que nada debe nada teme, el acaudalado servidor público tenía la oportunidad para mostrar con pelos y señales, el monto de su fortuna y explicar de dónde la sacó. No basta decir que su bienes son previos a su ingreso al servicio público. Tiene que mostrárselo al pueblo.
Tal vez muchos, esperarán que el CELAM se pronuncie sobre el pecado de simonía del Capellán del Titular del Ejecutivo, pero se quedarán esperando, pues en primer lugar a este órgano eclesiástico no le gusta involucrarse en nada que no sea eminentemente pastoral y por otra parte no hay que olvidar que Obando y Bravo es Cardenal, lo que equivale decir que en un momento de euforia del Espíritu Santo, podría llegar a ostentar el anillo de San Pedro y luego sería el Ay mamita.
En conclusión, de todo lo que ha dicho en su carrera política el Contralor Argüello, esta afirmación es de las poquísimas que caen en la categoría de creíbles. Así que es triste que por el bautizo del vástago de un reo, nos hayan impuesto a un servidor público que en cualquier país del mundo ya se hubiera hecho acreedor a la pena capital.


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