domingo, 1 de marzo de 2009

¿El nuevo Somoza o el viejo Ortega?

En su edición del 19 de febrero, la reconocida revista inglesa El Economista publicó un artículo denominado El Nuevo Somoza, el paso de Daniel Ortega hacia la autocracia, en donde realiza un análisis general de la situación política actual de Nicaragua.
A simple vista, muchos nicaragüenses podrán coincidir con el punto de vista de la revista, asegurando que es indudable que Daniel Ortega sea el nuevo Somoza, pues su afán dictatorial y su desmesurada ambición para hacer una fortuna son muy parecidos a las que mostró en su momento Anastasio Somoza Debayle.

Sin embargo, cuando se maneja el concepto de “nuevo” se trata de mover al sujeto original hacia un estadio superior. De esta forma cuando se habla del nuevo Batman, se trata de un personaje más creíble dentro de su esquema de fantasía y más congruente en su historia. En la serie de El Padrino, los Corleone se van moviendo hacia una posición de respeto y legalidad en su actuación.

En el caso de un nuevo Somoza, esperaríamos a alguien con una preparación más allá de un simple egresado de West Point, tal vez un MBA de Harvard o por lo menos una maestría de la Thomas More, ya que la Hemphill School no la ofrece. Tendría asesores políticos al nivel de Henry Kissinger y en materia económica de Alan Greenspan. Para aumentar su fortuna personal pensaría primero en lograr el crecimiento económico del país y en una situación de bonanza económica en donde todos los nicaragüenses incrementen su nivel de bienestar, su enriquecimiento no se haría tan notorio. Fortalecería el estado de derecho para contar con instituciones fuertes que se ganaran la confianza del pueblo y de esta forma su gobierno obtuviera grandes niveles de aprobación. Trataría de ganarse a la oposición para atraer más personas a su partido. Se esforzaría por realizar una gestión tan notable, que muchos pedirían que continuara en el poder.

Pero la triste realidad es otra. Tenemos en la primera magistratura a una persona sin la menor preparación, sin la mínima capacidad para gobernar. Se ha rodeado de pandilleros y malvivientes que han dejado al país a la deriva y pronto a colapsar. De una manera burda ha empezado a adueñarse de la poca riqueza que le ha quedado al país, con lo que pretende crear una “dinastía”. Del estado de derecho que se había recuperado luego de haberse destrozado en los ochenta, no está quedando nada. Las instituciones actúan de manera delictiva y cada día son más los nicaragüenses que desean de corazón que nunca hubiera llegado al poder. Ha logrado que la oposición se doblegue a través de actos de corrupción, desde maletines venezolanos hasta favores sexuales de parte de diputadas sandinistas.

Esto nos pone en la tremenda disyuntiva de pensar si no fuera mejor un nuevo Somoza que un viejo Ortega.



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