lunes, 22 de septiembre de 2008

La hipocresía es más fuerte que el odio



Cuando los asesores de Rosario Murillo parieron la brillantísima idea de ocupar las rotondas de Managua con acarreados, bajo la el eslogan de “el amor es más fuerte que el odio”, todo el mundo dijo: Eejjjj, más con desprecio que con sorpresa, pues a estas alturas del partido, nada nos puede sorprender de parte de esta gente. Era evidente que el único propósito de esta acción era limitar al máximo cualquier acto de protesta de parte de la oposición que pudiera ocupar dichas rotondas como centro para llamar la atención. De esta forma, ya estos espacios estarían ocupados y cualquier intento para compartirlas pues sería tomado como una agresión a los promesantes de la oración perpetua.

Para nadie fue novedad, pues, esta acción un tanto tirándole a vivianada y lo que realmente llamó la atención fue la hipocresía de manejar el amor, como si alguna vez dicho sentimiento hubiese formado parte del repertorio del danielismo. Lo único rescatable de la acción era que por lo menos los acarreados tendrían la comida garantizada mientras dure esta toma, así como doscientos pesitos que a nadie, absolutamente a nadie, le caen mal en estos tiempazos. Lo malo es que al final de cuentas somos todos los nicaragüenses con nuestros impuestos quienes estaríamos financiando esta toma, pues el dinero no sale del patrimonio de los Ortega Murillo, Dios guarde con Dios me libre, sale del erario público, disfrazado de viáticos y gastos de capacitación de los Ministerios, que se cuadran y a todo dicen que sí. Así que podemos observar a unas semanas de haberse iniciado estas tomas, que ya los acarreados están echando panza, pues los tres tiempos de comida son generosos y el ejercicio que realizan, cada día con más desgano, consistente en agitar las banderas azul y blanco y poner cara de yo no fui, no es suficiente para quemar todas las calorías que últimamente están ingiriendo. Así que más aburridos que un lustrador en la ópera, estos acarreados sienten el tormento del tiempo que cada día les transcurre más lentamente y sólo los anima el viático consistente que están generando.

Después de los sucesos de León, en donde viene a demostrarse que el zorro pierde el pelo, nunca las mañas, salió a relucir el verdadero carácter del danielismo puro. Ahí no había amor que valiera y en arranques de odio e intolerancia cometieron los más repudiables actos de violencia contra la población que sólo quería manifestarse.

Haciendo un balance de todo esto, llegamos a la conclusión que lo único más grande que el odio que guarda en su interior el danielismo, es la hipocresía de sus dirigentes, que alquilan gente para gritar por todos los puntos de Managua, que el amor es más fuerte que el odio, lo único que no especifican es cuál amor y cuál odio.

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