martes, 7 de abril de 2009

El atentado del Procurador

Ayer 6 de abril, se difundió la noticia de que el Procurador General de la República de Nicaragua, Hernán Estrada había sido víctima de un “atentado”. Sin embargo, milagrosamente había salido ileso, de tal forma que horas después daba declaraciones vía telefónica al canal de televisión oficialista, sobre las generalidades, un tanto oscuras, del “atentado”, culpando sin embargo, de manera amplia, a la iglesia católica por haber denunciado la presencia de grupos armados en el norte del país y a los medios de comunicación no oficialistas por haber difundido esta denuncia.

La Policía Nacional, a pesar de su reciente acercamiento al oficialismo, no quiso echarse ese trompo a la uña y de una manera muy prudente se apartó de las inferencias de Hernán Estrada y es que hasta un investigador amateur encontrará en la historia de Hernán grandes vacíos que lo único que provocan es la producción de múltiples hipótesis al respecto.

La hipótesis de Estrada de que la denuncia de los obispos de la existencia de grupos armados en el norte del país hubiera encendido los ánimos de fanáticos religiosos o de gente adversa al gobierno y en menos de tres días hubieran decidido reafirmar “las intenciones de los obispos” está jalada de los pelos, pues en esos días nadie toma tan en serio las invocaciones de los obispos.

Una hipótesis basada en la participación de sicarios profesionales no tendría mucha cabida pues si la intención era matarlo, lo hubieran hecho, un profesional no se deja engañar por la sangre que sale del cuello, simplemente hubiera rematado con el tiro de gracia y oportunidad la tenía. A menos de que la intención hubiera sido armar el teatro con tres disparos fallidos y uno de refilón. Esto lo acaba de realizar hace algunas semanas un personaje de una serie de acción en la televisión para despistar, rozando el cuello de la víctima para fingir el asesinato.

La hipótesis del asalto habría que descartarla pues tendrían que ser muy aficionados los ladrones para ignorar que alguien que sale a hacer ejercicio no carga nada de valor.

Podría tener cierto sentido la hipótesis de un ajuste de cuentas personal, pues no conocemos a fondo todas las debilidades o excesos del Procurador y no es remoto que tenga enemigos de carácter personal que de alguna forma quisieran haberse vengado de él. Lo extraño es que si alguien contrató a un tercero para realizar el trabajo, pues lo buscó muy amateur y si lo hizo personalmente, el Procurador lo tendría que haber reconocido e identificado.

Sin embargo, considerando que existen muchas inconsistencias en la historia de Estrada, como el hecho de que los “testigos” no hayan aparecido a la fecha, que no se encontraran los casquillos de las cuatro balas disparadas; que no se sabe quién llevó a Estrada al hospital y además por qué si el más cercano era el Roberto Huembes en Las Piedrecitas, lo llevaron al Militar si supuestamente estaba “gravemente” herido, según la sangre que emanaba de su cuello; por qué inmediatamente después de ingresar al Hospital Militar tuvo una larga conferencia con El Carmen, antes de armar el escándalo con el canal oficialista.
Todo esto nos hace pensar que al igual que todas las historias oficiales, hay gato encerrado. Es muy posible que todo sea un teatro y que una de dos, fue un profesional que le disparó escasito en el cuello o que no haya existido nunca el “atentado” y la herida del Procurador sea falsa.

A estas alturas, la Policía Nacional ya debe de tener una visión clara de lo sucedido, sin embargo, es muy probable que al igual que los despechados en una boda, callen para siempre.



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